Arquitectura como Espacio de Cuidado: Reflexiones desde Cecrea La Ligua

29.09.2025

La arquitectura no es solo una cuestión de forma, función o eficiencia. Es también —y sobre todo— una herramienta para el cuidado. Cuidado del entorno, de los cuerpos que lo habitan, de las relaciones que allí se tejen. Esta premisa ha guiado el trabajo de L2 Arquitectura en diversos proyectos, y adquiere una profundidad particular en el caso del Cecrea La Ligua, un centro de creación para niños, niñas y jóvenes ubicado en el corazón de la Región de Valparaíso.

Construido entre 2021 y 2023, el Cecrea La Ligua surge como parte de una política pública enfocada en el derecho a imaginar, crear y participar desde la infancia. Pero ¿cómo traducir ese principio en arquitectura? ¿Qué significa proyectar un edificio que no solo resuelva un programa funcional, sino que también promueva el juego, la exploración y la pertenencia? Aquí compartimos algunas claves que guiaron su diseño y ejecución, en diálogo con una mirada crítica de la arquitectura.

1. Espacios que invitan, no que controlan

Desde el inicio, el proyecto buscó alejarse del modelo institucional rígido o jerárquico. En lugar de zonas delimitadas por usos fijos, se optó por ámbitos flexibles, abiertos y con múltiples posibilidades de apropiación, donde los talleres, juegos y encuentros puedan reorganizarse según las necesidades de cada momento.

El edificio se organiza como un conjunto de volúmenes interconectados por patios, pasarelas y áreas comunes, que permiten recorrer, observar, esconderse o encontrarse. Así, la arquitectura no impone una lógica de circulación, sino que habilita múltiples trayectos, en línea con los principios de autonomía y cuidado.

2. Materiales que respiran el territorio

Cecrea La Ligua se construyó con una paleta de materiales conscientes: madera de pino insigne tratado, cubierta metálica de baja reflectancia, revestimientos de alta durabilidad y terminaciones simples pero resistentes. Esta elección no es solo técnica o estética: responde a una ética del cuidado medioambiental, utilizando materiales locales, renovables y de bajo mantenimiento.

Además, el diseño considera estrategias pasivas como ventilación cruzada, control solar mediante aleros y patios protegidos del viento, elementos fundamentales en el clima del valle de Petorca, marcado por la oscilación térmica y la escasez hídrica.

3. Escala humana, escala sensible

Uno de los principios centrales del proyecto fue trabajar en una escala que dialogara con los cuerpos pequeños de los niños y niñas que lo habitarían. Alturas contenidas, texturas accesibles, recorridos intuitivos y la posibilidad de sentarse, trepar o mirar por una ventana a su altura fueron parte de las decisiones proyectuales.

Esta preocupación por la escala no solo mejora la habitabilidad, sino que refuerza el vínculo emocional con el espacio, promoviendo confianza, identidad y afecto por el lugar.

4. Arquitectura como espacio de cuidado

Diseñar para la infancia implica, necesariamente, proyectar desde una lógica de cuidado. Pero este cuidado no es un acto pasivo, sino una acción activa y transformadora: cuidar como práctica política y espacial. En Cecrea La Ligua, esa práctica se manifiesta en los detalles constructivos, en la flexibilidad programática, en la relación con la ciudad y el paisaje.

El edificio no es solo contenedor de actividades: es un agente que habilita experiencias, protege sin aislar, estimula sin saturar, ordena sin limitar.

¿Cómo seguimos proyectando desde el cuidado?

Cecrea La Ligua es un ejemplo concreto de cómo una arquitectura pública puede convertirse en infraestructura de derechos, creatividad y afecto. Y también en una muestra de cómo el diseño arquitectónico puede estar al servicio de los valores que defendemos como oficina: la sustentabilidad, la equidad, el habitar consciente.

Si quieres conocer la ficha técnica del proyecto y más detalles constructivos, revisa el proyecto completo en nuestra web: